Quisiera decirles que la noticia del bloqueo de links de Substack en Twitter me agarró rezando el viacrucis, porque eso es lo que hacen las niñas buenas.
En realidad, me agarró tomándome un café virtual con algunxs de mis mutuals, justo cuando conversábamos sobre futuras decisiones que serán trascendentales para mi vida en las próximas semanas (al igual que el cuento de comienzos de año, ya hablaré de eso en su momento).
La mejor forma de describir el flujo de mis emociones es a través de los siguientes emojis:
🧐😨😱🤬☹️
En lo que debía ser un día de descanso, esta última rabieta del dueño de esa red no me hizo nada de gracia.
Notas Vs. Pájaros
Entiendo que todo esto derivó por el próximo lanzamiento de Notes, un nuevo hijx de este contenedor de ideas que humildemente les trae este blog cada lunes que puedo. La verdad, no pesqué mucho el anuncio, porque estaba ad portas del fin largo y ocupada con otras cosas.
Si bien, hago mi mejor esfuerzo en promover este espacio (corriendo el riesgo de sentirme desesperada a ratos), no me tinca mucho el agregar a mi to do list de formas de llamar la atención otra cosa más. En parte, por eso no he sido lo más estratégica con mis RRSS de este blog, aunque cada vez más siento que será inevitable hacerlo.
En fin, vuelvo al conflicto: el viernes a media mañana, comencé a ver una serie de mensajes ansiosos de algunas personas que sigo alertando de que ningún tuit que haga referencia a Substack o que incluya un link de xxxxx.substack.com estaba recibiendo interacciones. No podía recibir likes, ni replies, ni nada. De broma, se podía bypassear la gracia haciendo QRT.
Después, pasó algo bien desagradable que pude comprobarlo con mi mismo blog: si hacías click en un link de Substack en Twitter, te arrojaba un mensaje de advertencia bien arrogante indicando que el sitio de destino era un sitio peligroso.
Oh, qué miedo, este blog que en promedio recibe entre 25 y 45 visitas semanales era un sitio peligroso.
Lo más macabro del asunto se dio cuando la cuenta del mismo Substack compartió un breve, pero preciso comunicado, con el filo de un bisturí. No era posible interactuar con ese comunicado, por cierto: nada de likes o replies de apoyo. Sobrevivió a punta de QRTs.

Increíble y gravísimo.
Obviamente, la gracia no duró mucho tiempo y a la fecha, se restauró todo a la normalidad… por ahora.
Absolutismo digital
Para aquellos que no me conocen, vengo de un lugar en el cual el derecho a la información, a la disidencia y a la libertad de expresión se han ido apagando de forma sustancial durante casi 17 años. Lo que queda hoy es paupérrimo y no da ni el minimo para poder ser un agente de cambio que actually cambie las cosas.
Por supuesto, esta rabieta que vivimos en el mundo virtual me encendió muchas alarmas del pasado. Imágenes draconianas de aspirar los humos del poder imaginario propio, usándolas como justificativo para tomar decisiones impulsivas y terribles, vinieron a mi mente.
También me visitó el fantasma de la censura, del buscar hacks X o Y para sortearla (sidenote: gracias a una lectora muy querida por escribirme por interno al respecto) y el fantasma del mindset de “Aquí se hace lo que yo diga, y el que no me haga quedar bien, debe ser desterrado”.
Y… no, pues.
La Chancla Virtual Funciona
Lord Acton (de cuya existencia me enteré hoy), dijo una gran máxima sobre el poder que aprendí en clases de historia de primero medio:
Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Lo que hemos estado viendo desde el Q4 de 2022 ha sido una clase magistral en esto. Con la dependencia que tenemos en estas redes, éstas no pueden tratarse como un feudo, como decidir si usar un labial de un color hoy y otro mañana. No pueden tomarse decisiones de retaliación (lo cual pasó aquí), con el impulso de una niña que le corta el pelo a su muñeca, pensando que no pasará nada porque el pelo crece en los humanos, ¿por qué no en las muñecas?
Esto lo aprendí con 7 años. Que alguien con cincuenta y tantos o qué me importa la edad que tenga no lo considere, es gravísimo.
Uno no puede relajarse en estos entornos, y por eso fue bueno el outrage (con, imagino, halada de orejas de abogados de por medio) que ha ayudado a revertir la medida. Pero esto no está bien y no debe normalizarse.
No sé cuál podría ser una solución accionable desde la cancha de los no-malcriados (o al menos, los que no somos malcriados con cosas que terminan tocando tangencialmente derechos humanos, pero sí con otras cosas). Lo que nos queda es dormir con un ojo abierto y uno cerrado.
Sinceramente, siento que en el mundo de la tecnología, hacer eso no es sostenible a largo plazo, y termina haciendo otras opciones mucho más atractivas.
NOTA: decidí saltarme lo de los embeds a propósito, porque en rigor era algo que se venía venir anyway.
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